Por el doctor Rafael Pimentel, 1er. Vicepresidente de la Sociedad Dominicana de Médicos Generales y Atención Primaria.

En la década (1990-2000) antes del inicio o promulgación de las leyes reguladoras de la salud en República Dominicana (42-01 y 82-01), existían las llamadas igualas médicas privadas que tenían como objetivo proveer servicios prepagados de salud; se trataba de entidades privadas, con gestión descentralizada, regidas por contratos privados sin regulación estatal, y financiamiento voluntario por parte del cliente.

El 09 de Mayo del 2001 se promulga la ley 87-01 y el 08 de marzo 2001 la ley 42-01 (ley de seguridad social y ley general de salud respectivamente), en su decimoséptimo aniversario cumplido encuentra en la realidad una crisis del sector no imaginable, ni predecible por los honorables legisladores a la hora de la promulgación de dichas leyes. Una realidad que en vez de potencializar una mejora continua de los servicios y del personal refleja un retroceso.

Es un proceso que ha tenido sus grandes inconvenientes desde el momento mismo de su promulgación, trae consigo un sinnúmero de inequidades que se ponen de manifiesto a la hora que cada ciudadano recurre a su centro de salud en busca de atención médica.
No es correcto atribuir la responsabilidad de las dificultades que presenta el sector, su estructura radica en la realidad social, exclusión e inequidad y en la ausencia de una voluntad política de aquellos que tienen en sus manos la generación de cambios.

La resistencia a los cambios, cuando estos se generan en el marco de viejos y acostumbradas prácticas, erosionadas, inefectivas, grandes inequidades e incumplimiento de las normas o parámetros establecidos.

Los retos y desafíos son múltiples (que es presentar a las leyes frente a una deficiente implementación), hay temas pendientes como: un excesivo gasto de bolsillo de la población asegurada, la descentralización y desconcentración de las diferentes regionales, autonomía presupuestaria de los hospitales, implementación de la red pública de salud, el formal arranque de la atención primaria, una verdadera referencia y contrarreferencia; así como que el ministerio juegue su verdadero rol de rector del sector salud, asignado en el articulado de la ley general de salud.

Definitivamente, regular el número adecuado de médicos, enfermeras y otro personal de salud necesario en los centros hospitalarios: Subcentros, hospitales, consultorios y UNAP. Una adecuación de estos en cuanto a estructuras físicas y equipamiento idóneo.

Nuestra seguridad social es excluyente. Aparte de que no protege al universo de la población, mantiene al margen una parte importante de la Población Económicamente Activa (PEA), como es el caso de los trabajadores de la economía informal; recién nacidos descendientes de personas del régimen contributivo no quedan automáticamente afiliados a la seguridad social, para garantizarles asistencia médica desde el primer momento.

Hoy nos encontramos con una gran cantidad de hospitales intervenidos o en vía de reconstrucción presentando fallos desde la estructura anterior a la “nueva edificación”, donde los vicios de construcción que presentan: filtraciones, dificultad de suministro del agua, entre otras dificultades.

Otros de los factores que nos acontecen es el aumento de la mortalidad infantil que de un 28 aumentó a un 31% por cada 100º nacidos vivos; esto expensa generalmente de la muerte neonatal que pasaron de un 23 a 25% por cada 1.000 nacidos vivos. El brote de malaria en un sector del gran Santo Domingo, entre otros indicadores que intervienen en las estadísticas de salud de un país; Pero es necesario buscar culpables en relación a las dificultades que presenta el sector salud de nuestro país en este tiempo del siglo XXI.

Pensamos que los momentos son precisos para que nos juntemos a buscar alternativas viables para la resolución de los grandes retos que nos presenta en la actualidad el sector salud; los médicos por una parte y los encargados de la salud, (tanto pública como privada) abocarse a presentar soluciones conjuntas, proactivas y dinámicas.