Desórdenes alimenticios, factor de riesgo para la depresión

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Autor: Lorgis Geoeiddy De La Rosa German. Estudiante de Medicina de 4to año de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU). Oficial Local del Comité Permanente de Intercambio Profesional (SCOPE). Organización Dominicana de Estudiantes de Medicina (ODEM).

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) o desórdenes alimenticios, son una de las enfermedades crónicas, más frecuentes en adolescentes y mujeres jóvenes, también en la población masculina. Enfermedades psiquiátricas, que se caracterizan por tener una alteración definida del patrón de ingesta o de la conducta sobre el control del peso, que produce un deterioro físico y psicosocial (1). Según la Organización Mundial de Salud estos incluyen la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el comer compulsivamente. Todos éstos son problemas emocionales serios que pueden llegar a tener consecuencias mortales (2). La preocupación excesiva de un bajo peso o sobrepeso por ansiedad de comer por impulso puede desencadenar algún trastorno alimenticio y posteriormente, un cuadro depresivo por no ser sostenibles las dietas exigentes disminuyendo la ingesta de comida por periodos muy prolongados o aislándose en caso de casos de las personas que comen en exceso para cumplir con presiones sociales impuesta sobre el peso o apariencia física ideal.

La falta de apetito (o anorexia), junto con el insomnio, son síntomas inconfundible de depresión, junto con la tristeza o la apatía pudieran arrojar un estado de depresión. También estas personas presentan una falta de energía notable causada por su rechazo a la comida (3). Estos parámetros permiten la asociación entre la depresión y los TCA.

El miedo a engordar y/o el sobrepeso con la sensación de descontrol ante la comida causada por ansiedad o hiperfagia, intensifican los sentimientos de incapacidad, autodepreciación o baja autoestima general, que son característicos del cuadro depresivo. Las personas que experimentan un aumento de peso secundario a la enfermedad tienden a ocultarse, lo que favorece el aislamiento y empeora su situación depresiva. En este tipo de depresiones, los pacientes refieren sus síntomas alimenticios con expresión avergonzada, como si en lugar de constituir una manifestación del trastorno, el exceso de ingesta de alimentos tuviera origen en debilidades personales o delatara su escasa fuerza de voluntad (3). Este sentimiento de culpa o de vergüenza en ocasiones impide a que la persona busque ayuda y el cuadro clínico de depresión suele empeorar y por lo tanto aumenta el desorden alimenticio. Esta relación es un problema palpable y creciente en la población en donde los dos aspectos tratados pueden ser mortales para el bienestar físico, mental y social de quien lo padece.

Referencias bibliográficas
1) Madruga Acerete D, Leis Trabazo R, Lambruschini Ferri N. Trastornos del comportamiento alimentario: Anorexia nerviosa y bulimia nerviosa. 2019. [Consultado 30 de agosto 2019]. Disponible en: https://www.aeped.es/sites/default/files/documentos/anorexia_bulimia.pdf
2) OMS. Trastornos nutricionales. 2019. [Consultado 31 de agosto 2019]. Disponible en: https://www.who.int/topics/nutrition_disorders/es/
3) Ponce de Leon C. La perversa relación entre la depresión y los trastornos de conducta alimentaria del adulto. Blogs Quirónsalud. 2019. [Consultado 31 de agosto 2019]. Disponible en: https://www.quironsalud.es/blogs/es/trastornos-alimentacion/perversa-relacion-depresion-trastornos-conducta-alimentaria

 

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